viernes, 3 de diciembre de 2010

Presxs de la vida,
escrita y dirigida por Osvaldo Sabino
Gran obra, con un elenco con mucho potencial

Dolor en el símbolo del horror. Dolor que se transforma en esa experiencia formidable que es Prexas de la vida, la obra escrita por Osvaldo Sabino, que se presentó en el marco de las “Jornadas por la Diversidad”, en el Centro Cultural de la Memoria Histórica Haroldo Conti (en la ex ESMA).

La historia de seis personas trans, fuera de la sociedad no sólo por su identidad sino también por ser estar presas. Presas de ellas mismas, incluso.

Iba a verla con bastante prejuicio. Pensé en encontrar la típica obra reivindicativa, de drama carcelario. A los 3 minutos de la explosiva apertura se fueron todos mis tópicos mentales a casa.

El texto es emocionante, durísimo, bordea la completa tragedia, pero los toques necesarios de humor son el oasis esperado para aguantar la dolorosa catarata de imágenes y monólogos de Lucía Romina Escobar, Paula Polo, Daniela Ruiz, Belén Ponce, Delfina Bianco, y Sayuri Salazar. Ellas, despojadas, oscuras incluso en su ropa, su voz, su historia, iluminan el escenario con tan sólo las largas cabelleras y seis historias de amor y muerte. No son sólo asesinas, o traficantes, o ladronas. Ellas son amantes, protectoras, soñadoras, turras, ingenuas, ambiciosas.

El perfil tan claro las humaniza.

Hay amor ante todo desesperado, para aferrarse a quién quieres (la mejor, Paula Polo);  hay rencor en la autoritaria e inmensa Peque de Daniela Ruiz; hay ingenuidad absoluta en Malibú (para mí una de las mejores performances) a cargo de Lucía Romina Escobar, y hay verdadero teatro en el monólogo de a dos entre Belén Ponce y Delfina Bianco; Sayuri tiene una presencia sin fisuras en la Peruana que todas maltratan (en la diversidad también se discrimina), pero le aconsejaría que no se traslade tanto por el escenario: su pelo azabache y su personaje son suficientemente fuertes como para necesitar tantos movimientos.

Osvaldo Sabino ha luchado por sacar lo mejor de cada una de las actrices e indudablemente ha salido exitoso. El melodrama es peligroso cuando está en manos inexpertas, y no es precisamente este caso.

Para corregir: la puesta con los mini monólogos de final de la obra. No hace falta que lleven y traigan las sillas, a la tercera ya estamos agobiados por esos pocos segundos que se nos corta la emoción. Tal vez podrían utilizar una misma silla y que el traslado sea de las actrices solamente.

Y, creo que la dureza de Daniela Ruíz no necesita de tanto volumen de voz, una buena película de Alba Mujica la ayudaría a redondear maravillosamente su personaje.

Gran obra, con un elenco con mucho potencial, y que ojala se haga un lugar en la cartelera porteña del 2011. Nos lo deben.

© Gustavo Pecoraro, para “El Vahído”
Fotos: Germán Díaz