miércoles, 28 de septiembre de 2011

Leandro y Lisandro
Dos personajes históricos en la piel de
dos brillantes actores:
Edgardo Moreira y Juan Vitali que,
 bajo la dirección de Gerardo La Regina,
reviven exitosamente una historia que nunca sucedió

No es nada fácil aventurarse en el “teatro histórico”, menos aún cuando se trata de dos figuras controversiales que han dejado una profunda huella en la historia nacional.  Y esto se complica más aún cuando hablamos de un encuentro que nunca sucedió, una veta que hemos visto en varios dramas de factura nacional y extranjera.  Leandro y Lisandro, de Pacho O’Donnell, es una de las obras pioneras en esta modalidad, y ha subsistido el paso del tiempo con plena actualidad. Tampoco es una tarea simple mantener en vilo a una audiencia cuando todos conocemos el final.  El real sostén de la obra radica en un texto brillante, un autor al que no se le escape ninguno de los muchos detalles destacables de dos vidas públicas, un director que sepa sacarles el acartonamiento de los libros de historia, y dos actores que tengan la fuerza, la vitalidad y el talento suficiente para revivirlos frente a la platea.  Todos estos elementos se aúnan en Leandro y Lisandro.

Luis Vitali - Edgardo Moreira
El profesionalismo de Edgardo Moreira y de Juan Vitali, hacen que este drama no caiga en ningún momento en los peligrosos cliché, o lo discursivo, o la trampa común de la grandilocuencia que, por lo general, se le imprime a los personajes históricos a los que siempre buscan mostrar inmaculados.  Moreira y Vitali encarnan a Lisandro de la Torre y a Leandro N. Alem sin permitir que estos vicios influyan sobre sus composiciones.  Ambos, el fantasma de Alem y el de la Torre que empuña el arma para suicidarse, logran un enfrentamiento real en el que exponen los errores y los aciertos que han tenido en sus vidas políticas, los dos se adulan y se reprochan sin pelos en la lengua poniendo en primer plano toda una parte de la historia argentina que, sin duda, ha servido de base para la formación del país actual.

Edgardo Moreira - Juan Vitali
No podemos mencionar un momento escénico superior a otro, ya que toda la puesta supera las expectativas de los espectadores.  Edgardo Moreira, un actor que se ha destacado en muchos roles muy comprometidos—como el juez que interpreta brillantemente en estos momentos en OW—logra una muy orgánica composición de su personaje, un político detallista, entero, idealista, al que  transporta, con su inagotable habilidad escénica, desde el temor a lo desconocido que implica la muerte, hasta alcanzar la convicción de que su acto final no es en vano, sin jamás caer en los tics propios del héroe histórico.  Su fuerza dramática es tal que deja la impresión de que el actor y el personaje se mezclan en un solo ser, y que si el actor estuviera en una situación similar, tendría las mismas cavilaciones del personaje que interpreta. 
Edgardo Moreira
Lo mismo sucede con la interpretación de Juan Vitali, que por ser su personaje un político de una época anterior, debe atrapar con un discurso—cargado de tonos muy decimonónicos que logra quebrar con una actuación impecable, sin embargo, él logra no caer en un personaje aburrido, didáctico, y con su reconocida su capacidad actoral logra establecer la distancia necesaria del rol del prócer en el eterno pedestal.
Juan Vitali
La escenografía de Leandro y Lisandro es mínima, y la obra se desarrolla en tres espacios cuyos límites se pierden en el cortinado negro de fondo por el que entra y se marcha Alem.  Tres espacios que el director, Gerardo La Regina, ha sabido aprovechar al máximo, lo mismo que la iluminación de Ariel Bonomi.  También es muy acertada la música original y los arreglos de Bernardo Fingas, como el maquillaje y la caracterización de Daniel Durso y Analía Arcas.
Juan Vitali - Edgardo Moreira
Una excelente puesta que se adecúa perfectamente al momento que estamos viviendo, y que, sin caer en lo discursivo, el gran peligro del teatro histórico, nos muestra un pasado no tan lejano que tiene mucho peso y vigencia sobre nuestros días.

  © Osvaldo Sabino, septiembre de 2012

Síntesis argumental:
La obra ficcionaliza un encuentro entre LEANDRO N ALEM y LISANDRO DE LA TORRE. Ambos murieron por mano propia, ambos representan la génesis del primer partido popular argentino, ambos son considerados víctimas de las malas prácticas de la política.
La acción transcurre en el departamento de Lisandro donde transita los últimos minutos antes de dispararse, es allí donde se hace presente el fantasma de Leandro, su padre en la política, con la intención de evitar el hecho.
El conflicto se sostiene a partir de la acción mutua de responsabilizarse uno al otro de sus derrotas, sin tener en cuenta el contexto donde se desarrollaron y sin evaluar las relaciones de fuerzas que en estas contiendas se conjugaron. El debate se ancla en la idea pura de sus principios.
La obra humaniza a los personajes y va más allá de la mística que los encierra, no solamente por el lugar que ocupan en el imaginario social, sino también por el modo en que ellos decidieron terminar sus vidas.
A nosotros como artistas nos representa un gran desafío encontrarnos con este texto de Pacho O´ Donnell, por la responsabilidad que implica hoy hablar de esta temática. Y al mismo tiempo nos llena de optimismo pensar que podemos sumar nuestro grano de arena, como dice Max Weber…” no solo debemos esperar y anhelar. Debemos hacer algo más. Debemos ponernos a trabajar para descubrir y obedecer el demonio que maneja los hilos de nuestra propia vida.”

Ficha Artística:
Lisandro de la Torre: Edgardo Moreira
Leandro N. Alem: Juan Vitali

Ficha Técnica
Autor: Pacho O´ Donnel
Iluminación: Ariel Bonomi
Música original y arreglos: Bernardo Fingas
Fotografía: Nicolás García Rebón
Maquillaje y caracterización: Daniel Durso y Analía Arcas
Asistente de dirección: Ismael Castro
Dirección general: Gerardo La Regina
Duración: 70 minutos
Funciones: todos los viernes a las 21:00 hs.
San Martín 766, CABA 
Tel.: 4312-5922
Entrada $60

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martes, 27 de septiembre de 2011

Mátame de Nuevo
Gerardo Begérez y Marcelo Iglesias
en una impresionante comedia de humor negro de Erika Halvorsen,
sacan a la luz un tema terrible del que pocos hablan

 
El “síndrome de Münchhausen” se presenta bajo dos formas: una es aquella cuando la persona finge enfermedades o bien se las provoca a sí misma para convertirse en centro de atención.  La otra es más terrible, la denominada clínicamente “síndrome de Münchhausen por poder”, que está considerada como una forma de maltrato infantil, y se da en personas que necesitan infligir enfermedades en una persona a su cargo, generalmente menores, para llamar la atención. No es un tema común al teatro, o a la ficción en general. 

Marcelo Iglesias
Mátame de nuevo, la excelente obra escrita por Erika Halvorsen, está protagonizada y dirigida por Gerardo Bégerez y Marcelo Iglesias.  No es esta la primera vez que estos dos talentos trabajan juntos, pero sí que codirigen.  La historia se sitúa en nuestros días, en una familia compuesta por una madre (Marcelo Iglesias), a quien al entrar a la sala vemos sentada en el medio de la escena, cubierta por una gran túnica de la que, una vez ubicada la audiencia, emerge su hijo (Gerardo Begérez) de entre sus piernas para quedar en una posición semejante a la de la “Pietá”, de Miguel Ángel, con sus tres armonías características bien marcadas, con los ejes del cuerpo del hijo, con sus líneas quebradas contraponiéndose a los dobleces curvos y esquinados de la vestidura de la madre, el brazo derecho del joven cayendo exánime y contrapuesto al izquierdo de la madre, lleno de vida y compasión, y los pliegues de su ropa cuyos huecos contrastan en claroscuros que se oponen a las superficies blancas y sobrias del cuerpo de su hijo, emulando el ideal de la belleza del renacer. Y este último punto es muy destacable ya que se opone totalmente al sentido de la obra donde la madre no busca la vida de su hijo sino que su locura ansía su lenta muerte.  

Gerardo Begérez
Uno de los detalles más interesantes, es el delirio que presenta la madre, creída que es una Marilyn Monroe vernácula, y que tuvo—durante su infortunada visita a Buenos Aires en 1981—un affaire con Frank Sinatra, y mantiene al hijo convencido que es el fruto de esa relación existente sólo en su fantasía.  Según la alucinación de la madre, Alberto—a quien llama “Frankie”—no sólo lo llama con el nombre del fallecido crooner, sino que le repite que en el futuro será el “heredero de su arte”.

Gerardo Begérez
No sorprende que recalque que realmente son impresionantes e inolvidables las actuaciones de Gerardo Begérez y de Marcelo Iglesias, los dos tienen una probada trayectoria en la escena nacional e internacional, tanto en teatro como en el cine.  Pero considera que es importante subrayarlas ya que, a mi criterio, son los roles más importantes de sus carreras, por supuesto, hasta el momento, porque, con seguridad, seguirán sorprendiéndonos en el futuro.

Gerardo Begérez - Marcelo Iglesias
También hay que destacar el esfuerzo de ambos al dirigir Mátame de nuevo, una tarea que, imagino, no ha sido nada fácil dada la complejidad de la obra y de sus roles.  Ningún detalle queda suelto, la labor de ambos ha sido exhaustiva, y ambos componen dos seres en los que el horror y el sufrimiento se cubren con un humor negro, acido, corrosivo, a veces sarcástico, haciendo un paralelo con el principio básico de lo que en cine se ha dado en denominar “el dogma 95”, o sea, no depender tanto del artilugio, enfocarse especialmente en la actuación, y presentar lo simple haciendo un profundo hincapié en el desarrollo dramático.

Gerardo Begérez - Marcelo Iglesias
 El texto de Erika Halvorsen, una joven ya consagrada en la dramaturgia, sofoca con esta situación enfermiza en la que el espectador tiene que darle respuesta a muchos de los interrogantes que surgen de la casi sadomasoquista relación entre madre e hijo, cargada de culpas, frustraciones, celos, amor, odio, y locura, entre otras muchas circunstancias que la autora ha manejado exitosamente.


Gerardo Begérez - Erika Halvorsen - Marcelo Iglesias
Muy acertada la escenografía Leonel Tamayo, que divide la escena en cuatro espacios en los que los personajes, al cruzarlos, van transformándose.  Lo mismo sucede con las luces de Carlos Arévalo, que terminan integrándose como un personaje más en la escena.  Excelente la selección musical de Berenice Prieto que se adecúa ajustadamente a cada momento del drama.  Imposible no mencionar el magnífico trabajo de diseño del vestuario de Martín Sal, diseñado por Pepe y Paco Flores, si bien Gerardo Begérez sólo viste, al comienzo, una especie de pañal, y luego, una bata de hospital, la túnica que luce durante los primeros minutos, Marcelo Iglesias, lo mismo que su vestido negro al mejor estilo Marilyn Monroe, son absolutamente exquisitos.

Gerardo Begérez - Marcelo Iglesias
De esta manera, Mátame de nuevo, no es solamente una gran experiencia teatral, es también una satirización que deja al descubierto un tema muy actual y terrible como el “síndrome de Münchhausen por poder” que,  desafortunadamente, es una forma más del abuso infantil, un flagelo social que es tan difícil de combatir.  

Marcelo Iglesias - Gerardo Begérez
Un texto estupendo, dos actores brillantes, una fórmula teatral perfecta para ovacionar.

© Osvaldo Sabino, septiembre de 2011


 Ficha Artística
Madre/Marilyn Monroe: Marcelo Iglesias
Frankie/Hijo de Frank Sinatra: Gerardo Begérez

Ficha Técnica
Autora: Erika Halvorsen
Diseño de Vestuario: Martín Sal
Diseño de luces: Carlos Arévalo
Diseño de vestuario: Martín Sal
Realización de vestuario: Pepe y Paco Flores
Selección musical: Berenice Prieto
Diseño del espacio: Leonel Tamayo
Diseño de luces: Carlos Arévalo
Voz en Off: Claudio Armesto
Fotografía: Gastohn Barrios
Arte gráfico: Alejandro Persichetti
Asistencia de dirección: Cecilia Rodríguez
Producción ejecutiva: Cristian Calper
Dirección general: Gerardo Begérez-Marcelo Iglesias

Teatro La Comedia
Rodriguez Peña 1062
4815-5662
Desde el 03/09/2011 al 30/10/2011
Sábado 23 hs.
Entrada general $60

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O t r o s   g r i t o s
Un brillante drama, valiente y necesario,
que presenta a seis mujeres que
“El grito de Alcorta” dejó viudas,
y que en la escena recobran
sus voces olvidadas por la historia


El “grito de Alcorta” fue una rebelión de los pequeños y medianos arrendatarios de tierras cosechables que, en 1912, buscaba reivindicar la rebaja general de los arrendamientos y aparcerías; entregar en las aparcerías el producto en parva como salga; y que los contratos fueran por un plazo mínimo de cuatro años.  Comenzó en el sur de la provincia de Santa Fe, y pronto se extendió por toda la zona pampeana.  En esos tiempos, los campesinos, europeos en su mayoría, arrendaban el ochenta por ciento de las tierras que cultivaban (actualmente la situación no ha variado mucho, ya que el setenta por ciento continúa arrendando los campos de cultivo).  La clase dirigente, a la que los arrendatarios debían rendirle tributo a través de contratos leoninos que los habilitaba a explotar a los agricultores,  buscó reprimir esta rebelión. Por supuesto, hubo muertos, aunque la cantidad no fue determinada.  Y quedaron las mujeres solas, mujeres que hasta ahora no han tenido una voz, y Otros gritos las rescata de ese olvido.


Las seis son mujeres diferentes, vienen de diversos mundos, pero las aúna el vacío dejado por sus hombres que salieron a luchar por sus derechos en pos de un destino mejor.  La excelente dirección de Paula Etchebehere arma un tejido con los seis monólogos que tienen una muy potente fuerza dramática.  Si bien estamos frente a seis valerosas mujeres solas, en ningún momento aparecen aisladas en escena, siempre lo hacen bajo el común denominador de la fuerza que adquieren a raíz de su desgracia.  Los hombres luchaban contra el sistema, ellas contra la soledad. 


Las seis actrices presentan sus monólogos con una fuerza y una entrega absoluta, arrancan sus voces desde lo más recóndito de sus entrañas y se mueven sobre un escenario totalmente desprovisto, lo que hace que sus presencias y sus relatos lleven a la audiencia a ponerle forma a esa escenografía tan ausente como la vastedad de la pampa. La directora consiguió que su elenco de lo mejor de sí para recrear ese universo infinitamente verde y llano de aquel tiempo. Los movimientos de las actrices, su modulación, sus gestos, van marcando la idiosincrasia de cada una de ellas y, a través de la fuerza que emana de la simpleza de la palabra, durante los setenta y cinco minutos que dura el drama, van transformándose en muchas mujeres solas que nunca llegaran a tener una voz.
Silvia Trawier - Romina Michelizzi - Paula Etchebehere - María Forni - María Rosa Pfeiffer -
Maia Francia
Las acompañan un vestuario que habla por sí sólo, diseñado por María Valeria Tuozzo, y el preciso diseño de luces de Magali Acha que constantemente agudiza toda la escena. Y, por supuesto, todos estos hilos se mueven bajo la talentosa mano de una dirección medida pero llena de creatividad, sobre todo en lo visual. En medio de este vacío desbordante, las actrices se lucen en sus diferentes roles desplegando una fiesta de talento.  Romina Michelizzi es la que está muerta, Raquel Albéniz es la que sueña con tener un caballo, María Rosa Pfeiffer no puede olvidar que alguna vez mató a un indio, María Forni es la esteril que sueña con poder tener un hijo, Silvia Trawier, interpreta a la que se le murió una muchacha, y Maia Francia, se destaca en el rol de la que reniega de esa soledad y piensa en irse. Todas ellas conforman un brillante elenco en el que no hay altibajos, todas se destacan por igual en su entrega total a Otros gritos. Las autoras, María Rosa Pfeiffer, Laura Coton y Patricia Suárez han concebido un texto que no hace concesiones a la historia, crudo, realista, con una admirable carga de elementos poéticos y, sobre todo, un sentido de unidad que no se alcanza fácilmente en obras colaborativas.  
Laura Coton - Patricia Suárez - María Rosa Pfeiffer
Una obra valiente que nos transporta a rincones de nuestra historia que hasta nuestros días han sido ignorados.  Otros gritos, además de ser un drama admirable desde todo punto de vista, es la recuperación de esas voces campesinas silenciadas que hasta hoy muchos siguen sin querer escuchar. 
Paula Etchebehere (Directora)

 Otros gritos

Seis mujeres… vidas que se cruzan atravesadas por un grito de rebelión.
La revuelta campesina construye partes de la historia
.

Sinopsis:
El grito de rebelión proclamado en Alcorta, provincia de Santa Fe, el 25 de junio de 1912, fue el comienzo de la huelga agraria. Fue una de las luchas gremiales que, junto a la de los obreros de “La Forestal” y los mártires de la Patagonia, constituye un verdadero hito en las reivindicaciones laborales de los argentinos, en la que un grupo de campesinos inmigrantes, con el apoyo de algunos comerciantes de la zona, decide pelear por sus derechos.

En algunos lugares, la huelga iniciada por los agricultores de Alcorta alcanzó una duración de tres meses, habiéndose plegado a ella alrededor de 100.000 agricultores de la pampa argentina.

Las mujeres que colonizaron el campo, a la par de sus hombres, tuvieron un protagonismo silencioso en este grito. Quedaron a cargo de los campos, mientras los hombres estaban ausentes.


“Otros gritos” intenta una aproximación a diversas situaciones femeninas en esas circunstancias.

Ficha artística:
La que se quería ir: Maia Francia,
La que mató a un indio: María Rosa Pfeiffer,
La que quería un caballo: Raquel Albéniz,
La que no podía concebir: María Forni,
La que se le murió una muchacha: Silvia Trawier,
La que está muerta: Romina Michelizzi

Ficha Técnica:
Autoras: María Rosa Pfeiffer, Laura Coton y Patricia Suárez
 Dirección general y puesta en escena: Paula Etchebehere
Asesoramiento en dirección de actores: Raquel Albéniz
Asistencia de dirección: Daniela Martínez
Asistencia técnica: Leilen Araudo
Vestuario: María Valeria Tuozzo
Diseño de luces: Magali Acha
Asesoramiento vocal: Fernanda Lavía
Tema original de apertura y cierre: Lautaro Cottet
Fotografía original: Alejandra López.
Trailer de prensa: Javier Olivera, Fito Pochat
Prensa: Ayni Comunicación

Teatro del Pueblo – Sala Teatro Abierto
Av. Roque Sáenz Peña 943
Por teléfono al 4326-3606
Entradas: $50; Estudiantes y jubilados: $25
Duración de la obra: 75 min
Este espectáculo cuenta con el apoyo del
Fondo Nacional de las Artes y Proteatro

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